viernes, 22 de marzo de 2019

Sacro Imperio Romano Germánico

El Sacro Imperio Romano Germánico

Recordamos que Carlomagno, cuando  formó  su  gran Imperio  Carolingio, tenía en mente restaurar el esplendor del Antiguo Imperio Romano, lamentablemente su Imperio fue dividido  poco después de su muerte. 
En el año 843, el Tratado de Verdún divide  el Imperio entre sus  nietos Carlos, Luis y Lotario.
Luis el Germánico  no estuvo de acuerdo con esta división  por  lo que  inició  invasiones al territorio de Lotaringia, su hijo Carlos III, continuó expandiendo  su territorio y tras la  muerte de su hermano  y  primos obtuvo todo  el territorio.

Pero por  poco  tiempo, luego quedaría solo  con el territorio  como Francia Oriental, el último rey fue Luis IV "el niño", (911), se conformaron cinco ducados: SAJONIA, BAVIERA, FRANCONIA, SUABIA y LORENA, de  entre los duques se eligió al rey, CONRADO I (911 - 918) quién defendió sus fronteras de los Húngaros y formó  alianza con la iglesia dando cargos y dignidades a los obispos. Tras la muerte de Conrado, ENRIQUE I "El cetrero" (913 - 936) fue elegido rey, hasta que se hace  con el poder Otón I,  El Grande, (936 - 973).

Otón  I "El grande" , trató de restablecer el Imperio Carolingio, y tras  realizar  alianzas  con los Estado  Pontificios, logra  finalmente ser  coronado  como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el año 962.

Querella de las investiduras

Antes de 1073,  las autoridades  eclesiásticas estaban  permitidas de casarse  y tener  descendencia, así  pasaban de padres a hijos el cargo eclesiástico, hasta que  finalmente en 1073 el Papa Gregorio VII, establece el celibato eclesiástico,  con la  intensión de que los nobles de la iglesia no rindieran vasallaje a  los señores laicos, si no al Sumo  Pontífice. Los reyes, duques y nobles feudales  tenían por su parte el derecho a las investiduras, derecho por el cual podían asignar feudos a sus vasallos y aquí es donde surge  el  conflicto  puesto que  los reyes consideraban que  los feudos de la  iglesia eran demasiados y que resultaba conveniente que los señores de los feudos rindan vasallaje al rey, por ello reclamaron  el derecho de las investiduras (es decir, derecho del rey a asignar  los  feudos religiosos, así también a nombrar a los sacerdotes y obispos) por  otro  lado  los  obispos  y abades no querían desprenderse de  los beneficios de  sus  feudos. A esta disputa se le conoce como QUERELLA DE LAS INVESTIDURAS, solo en 1122, se firma el Concordato de Worms (entre Enrique V y Pascual II) donde las investiduras de los  feudos religiosos estaría a cargo de la Iglesia y el Papa; mientras  que  los feudos  civiles serían  investidos  por el emperador y los  duques. Sin embargo el Emperador tenía derecho a asistir  la elección de cargos eclesiásticos y la  opción de asistir y  votar en caso no hubiese acuerdo entre  los electores.

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